Historias de Nueva York (New York Stories, Estados Unidos, 119’, 1989) Primer relato Apuntes al Natural (Life Lessons) Dirección: Martin Scorsese. Guion: Richard Price. Fotografía: Néstor Almendros. Intérpretes: Nick Nolte, Rossana Arquette, Patrick O’Neal, Steve Buscemi.
Por Nicolás Di Cataldo
La travesía de recorrer una película compuesta por diferentes mediometrajes jamás es poca cosa. Uno sabe, de antemano, que en su tiempo de visualización la situación puede cambiar para bien o para mal. Hay cierto misterio, una incertidumbre que predomina en cada una de las historias, donde la principal inquietud radica en aquel nuevo comienzo… Historias de Nueva York se compone de tres relatos independientes ambientados en la famosa y excéntrica ciudad de Nueva York bajo el enfoque de tres grandes directores. El primero de ellos, Apuntes del Natural es dirigido por Martin Scorsese. El segundo, Vida sin Zoe, bajo la mano de Francis Ford Coppola. Y el tercero, nombrado Edipo Reprimido, conducido por la visión de Woody Allen.
Hasta acá las cosas marchan bien. Excelentes directores uniéndose bajo una temática en común ¿Qué podría fallar? Lamentablemente mucho. Pero por suerte para nosotros, su primera historia, Apuntes del Natural de la mano del siempre excelso Scorsese cumple, y con creces, a lo que hemos venido: disfrutar de una historia apasionante. Este relato nos cuenta la vida del famoso pintor Lionel Dobie, quien mantiene una compleja relación profesional y amorosa con su ayudante y aspirante a artista. Todo esto mientras pinta a contrarreloj para terminar sus exuberantes cuadros ante la inminente presentación que tiene en unos días.
En los primeros minutos bajo la pantalla la ilusión ha sucedido: ahora somos parte del atelier de Dobie, lo vemos a él y nos percatamos de su tormento, su absoluta excentricidad, la ansiedad de un cuerpo que va y viene, que toma alcohol y donde la pintura está en todos lados, no solo en sus cuadros. El montaje es potente y furioso, con transiciones intensas donde Dobie interactúa con su agente y luego busca a su ayudante al aeropuerto. No existen los tiempos muertos porque Nueva York es la cuidad que nunca duerme, donde siempre suceden cosas… Y eso es algo que Scorsese sabe y utiliza con maestría aplicando una dirección caótica pero acorde a lo que nos cuenta, bajo angulaciones de cámaras raras con picados y contrapicados, movimientos algo desprolijos, utilizando el foco en algo particular para llevar nuestra atención allí o la cámara lenta para remarcar la belleza de imágenes rutinarias y distorsionadas por la visión de Dobie.
La relación que mantiene el pintor con su ayudante/amante Paulette es la antítesis de lo que debería suceder: el mundo profesional/artístico y amoroso se mezclan hasta el hartazgo, demostrándonos los caprichos y manipulaciones de alguien mayor pero bastante inmaduro como lo es Lionel Dobie; contra la intensidad e inexperiencia de la joven Paulette, siempre al borde de abandonar al famoso pintor. Hasta que lo ve trabajar, desatar su furia en aquel expresionismo abstracto que plasma en sus cuadros, bajo el estruendo de la fuerte música que rebota en aquellas paredes sucias y salpicadas. Y con una sinergia similar a la de Jackson Pollock, Paulette ve a la figura que idolatra, el artista que ella misma también desea ser, el conocimiento al cual puede llegar si Dobie le enseña… Pero la realidad es que Lionel no es ningún maestro, sino más bien un sujeto que fluye entre sus miedos, y que cuando lo hace llega a las impresionantes pinturas que tanto sorprenden al público.
Cabe destacar las soberbias actuaciones de Nick Nolte y Rosanna Arquette como esta pareja dispareja y destinada al caos. Sus caracterizaciones y la forma en que consiguen expresar lo que les pasa, tanto en solitario como con el otro, no viene dado solamente por el pulido guion de Richard Price o la dirección actoral que emplea Scorsese. El manejo y la química entre Nolte y Arquette es algo que la historia siente y lo potencia, invadiendo la imagen y nuestro interés por aquel corrompido mundo donde el arte, la fama y lo carnal están en la punta de un pincel.
Con una narrativa meramente clásica, lineal y sin saltos temporales, Martin Scorsese nos entrega, bajo el estupendo trabajo de la dupla Nolte y Arquette, una historia reflexiva e irónica sobre el mundo romántico y artístico, una combinación explosiva y, en el caso de Apuntes del Natural, destinada a un estrepitoso fracaso. Siendo por lejos el mejor relato de una irregular Historias de Nueva York, al terminarla todavía nos sentimos perdidos en aquellos cuadros destructivos de Lionel Dobie, buscando una salida de su estrepitoso mundo, o, al igual que el pintor en aquel final, buscando otra entrada: el principio de un nuevo fin.