Los complejos (I complessi, Italia, 100', 1965) Tercer relato Guillermo el dientón (Guglielmo il dentone) Dirección: Luigi Filippo D'Amico. Guion: Rodolfo Sonego, Alberto Sordi. Fotografía: Ennio Guarnieri, Mario Montuori. Intérpretes: Alberto Sordi, Romolo Valli, Gaia Germani, Franco Fabrizi.
Por Nicolás Di Cataldo
La comedia es mucho más que un género imparcial e informal donde ocurren hechos sin aparente razón que nos generan risas… La comedia es un tipo de narración donde, a través de la gracia y las peripecias de sus personajes, se nos puede contar una historia profunda y reflexiva sobre cómo nos vemos a nosotros y a los demás… Este es el caso de Guglielmo il dentone, con una historia sencilla y carismática.
I Complessi (por su traducción Los Complejos) es una película italiana estrenada en 1965 y que consta de tres historias protagonizadas por los grandes representantes de la comedia europea de aquellos tiempos: Nino Manfredi, Ugo Tognazzi y Alberto Sordi. En la primera historia titulada Una jornada decisiva Manfredi es un tímido empleado enamorado de una colega a la que trata de demostrarle su amor en una excursión laboral. Su segundo relato, El complejo de la esclava nubia, nos muestra a Tognazzi en el papel de un rígido marido descubriendo que su esposa ha participado en el rodaje de una película histórica de aventuras donde se puede ver uno de sus senos. A pesar de que ambas narraciones son interesantes y abordan la comedia desde diferentes temáticas, su tercer relato es el más sólido, englobando a la obra de Los Complejos como una excelente comedia reflexiva.
En Guglielmo il dentone conocemos a Guillermo Bertone, interpretado de forma magnífica por Alberto Sordi, quien es un aspirante a convertirse en el presentador del telediario más importante de Italia. Al comenzar las pruebas el jurado se da cuenta de que Guillermo es el candidato perfecto para el puesto… Sin tener en cuenta el problema de sus enormes dientes. A medida que la convocatoria avanza, el jurado va viendo la forma de bajarlo del concurso, aunque el aspirante, con su enorme sonrisa, esté convencido a transformarse en la nueva cara italiana de las noticias.
El carisma y la forma en que Guillermo va manejando las situaciones que le suceden nos remite a nosotros, espectadores, una mueca alegre durante los casi cuarenta minutos que dura su relato. Y es que Bertone es un tipo amable y cálido, siempre dispuesto al diálogo y jugando con la enorme carta del conocimiento a su favor. Como dice el protagonista luego de que un policía de tránsito rompa la multa que le había dado momentos atrás: “Me gusta conocer bien las cosas para imponerme solo con mis propios méritos” Esta frase no puede ser más acertada en la totalidad del pequeño film, donde Guillermo afronta sin vacilación y de la forma más auténtica posible a un miedoso jurado televisivo que no lo quiere: demostrando que es mucho más que unos grandes dientes y siendo, en efecto, alguien completamente preparado para el rol que desea.
El director de esta historia, Luigi Filippo D’Amico, se encarga de utilizar la cámara como un testigo que sigue las situaciones del protagonista sin remarcar en ningún momento algún tipo de expresión formalista en la imagen que pueda sacarnos de la inmersión de la historia. Para ello, D’Amico utiliza planos generales mostrándonos el contexto del canal de televisión donde se sitúan los hechos, además de planos medios y primeros planos donde vemos abiertamente los dientes y la amplia sonrisa de Guillermo hacia los demás. Este manejo sencillo de la imagen tiene concordancia con la calidez del relato en cuanto a permitirnos acercarnos al protagonista como una persona más y sin remarcar de forma banal sus dientes, por lo que la dirección se convierte en otro punto más a favor del relato.
Las relaciones que va estableciendo Guillermo con otros personajes del film jamás demuestran cierto rechazo hacia su imagen sino todo lo contrario… Y esto se debe en gran parte a que nuestro aspirante a conductor es totalmente consciente de sus dientes y aún así no deja que esto lo desanime, sino que lo exterioriza sonriéndole a las personas, demostrándoles que lo que algunos puedan pensar que es un defecto, es, en realidad, su principal virtud y lo que le permite ser como es con total confianza en su aspecto y sus conocimientos.
Guglielmo il dentone es la única historia de la película que tiene un final optimista sobre los complejos, demostrando una forma laboriosa pero eficaz de trabajarlos a través de la incorporación: nadie podrá hacernos daño ante aquello que abrazamos en nuestro cuerpo… Y donde el único defecto es no vernos en las virtudes.